Con un pie ya dentro del tren, le regaló un beso a su marido mientras se despedía con un forzado “te echaré de menos”. Él simuló una sonrisa y la vio adentrarse en el vagón, en busca de su asiento. Por la cabeza de Maika rondaban las tareas que tuvo que delegar a su compañero de trabajo, un problema que casi carecía de importancia al lado de la discusión que había tenido la noche anterior con su marido. Le esperaban muchas horas de tren y de bus hasta su destino final, muchas horas para pensar… Cuando encontró su asiento intentó relajarse y no fue hasta que el tren abandonaba la estación de Sants que adivinó como deshacerse de esos pensamientos turbios. Recordó hacia donde se dirigía y recordó cuan bonitas eran esas Semanas Santas en las que solía participar en El Paso de Riogordo.
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Imagen de Riogordo |
Se vio reflejada en la ventana del vagón y esa imagen pronto se convirtió en el esbozo de una niña, 20 años atrás, con dos trenzas muy largas y las rodillas llenas de rasguños debido a su torpeza con la bici. Por un momento ya no iba sola en ese tren, sino que viajaba en el SEAT 127 de sus padres con sus hermanas Reme, Lourdes y el pequeño Rafa. Maika recordó como cada año partían hacia Riogordo nada más empezar sus vacaciones en el colegio, así podían estar en el pueblo unos días antes de la escenificación, y ensayar con el resto de actores de El Paso la representación de la vida, pasión y muerte de Jesucristo.
Muchos de sus primos, primas, tíos y otros relativos participaban en el acto, ya fuere al lado de los 500 actores aficionados de la localidad, o como otros cientos de voluntarios, preparando el vestuario, la decoración y el escenario de 8.000m2 donde se representa el Paso. Un escenario al aire libre, en un paraje natural privilegiado con perfecta visión y audición en todo el recinto, con cabida para 6.000 espectadores que llegan, año tras año, de otros municipios malagueños y también de fuera de la península.
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Imagen de El Paso de Riogordo |
“Pasos” hay muchos, pero el de Riogordo es considerado uno de los mejores de Europa; ha sido declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional de España y Andalucía y aspira a alcanzar la categoría de Fiesta de Interés Internacional. La obra se basa en unos pregones de la pasión que datan del siglo XVII y que ya desde el siglo XIX eran recitados en Riogordo en los momentos más solemnes de la Semana Santa. Cada año, la abuela Remedios relataba el origen de la fiesta a Maika y sus primos. Les hablaba de dos aficionados al teatro de masas, Tiburcio Martín Toledo y Ricardo Sánchez Mezcua, quienes reinventaron la ceremonia tras investigar y adaptar diversos fragmentos de autos sacramentales. Añadieron una obra manuscrita del siglo XVIII de Fernández Ardavín a los pregones de los que ya disponían e incluyeron escenas propias para dar más agilidad, culminando en una composición dramática de 14 actos. De pequeña, a Maika le gustaban mucho dos escenas, por su belleza plástica y colorido: la escena que recoge la entrada de Jesús a Jerusalén, donde el pueblo le recibe con ramos de olivo y hojas de palma, y la del sermón en la montaña, donde habla a los apóstoles.
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Imagen de El Paso de Riogordo |
La abuela Remedios solía recordar a los chicos que si bien había escenas muy bonitas, como la de la “última cena”, “el arrepentimiento de María Magdalena”, la escena en la que “Jesús muere en la Cruz”, la de “el arrepentimiento y muerte de Judas”, lo más bonito de el paso de Riogordo era, y sigue siendo, la intensidad y la emoción con la que todo el municipio de poco más de 3000 habitantes vivía esta experiencia. Los riogordeños perdían su identidad para convertirse en personajes del Nuevo Testamento, colaborar como extras o ayudar en la preparación durante los meses previos a la Semana Santa, pues son muchas las escenas en las que se pone a prueba el grado casi de profesionalización de sus actores, movidos por ese sentimiento colectivo de superación y de identidad con su pueblo.
Este año, Maika llegaría a Riogordo cuando ya estuviera todo preparado: el recinto con la iluminación y el sonido adecuado, los decorados de obra y madera en su preciso lugar, el vestuario retocado, las armas de los soldados romanos y judíos abrillantadas, la publicidad distribuida y los ensayos finalizados. Maika llegaría justo para poder ver las representaciones el viernes y sábado santo. Quizás demasiado justo, quizás debería haber salido de Barcelona unos días antes, cuando su vida y sus problemas aun tenían solución... Ahora, reflejado en la ventana del tren, vio a la niña con dos trenzas que desearía volver a ser.